Reuters
Pena de muerte, pero suspendida, lo que de hecho supone el primer paso para que sea conmutada por cadena perpetua o hasta 14 años de cárcel. Según informa la BBC, esa es la sentencia que le ha caído a Gu
Kailai, la esposa de Bo Xilai, el popular dirigente del Partido Comunista chino destituido en marzo por corrupción, por asesinar a su socio británico, Neil Heywood. Así se lo ha anunciado a Bloomberg TV el abogado de la familia Heywood, que fue envenenado en noviembre del año pasado por Gu Kailai. Además, los jueces también han condenado a nueve años a su asistente, Zhang Xiaojun, como cómplice por la muerte de Heywood.
Bajo fuertes medidas de seguridad y sin presencia de periodistas extranjeros, Gu Kailai se sentó en el banquillo el pasado 9 de agosto en el Tribunal Popular Intermedio de Hefei, a más de mil kilómetros de Pekín y de Chongqing, donde fue asesinado Neil Heywood. A pesar de tratarse del juicio del año en China, los medios controlados por el régimen han silenciado la noticia y la sala despachó la vista oral en un solo día, desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde.
Según informó el tribunal en un comunicado, Gu Kailai “no negó” los cargos que se le imputaban por asesinato, lo que en realidad supone una manera muy china de admitir su culpabilidad. Sin embargo, su abogado insistió en que “su capacidad para controlarse estaba mermada” porque Heywood había amenazado a su hijo, Bo Guagua, a cuenta de una “disputa monetaria” que no fue especificada. Aunque dichas diferencias constituyen el móvil del crimen, el autoritario régimen de Pekín no ha querido airear las causas para tapar la corrupción reinante en el Partido Comunista. Según han desvelado distintos medios extranjeros, Heywood ayudaba a Gu Kailai y a su marido, Bo Xilai, a sacar cientos de millones de dólares de China para blanquear la fortuna que habían amasado y, al parecer, habría pedido una comisión mayor por sus servicios.
Juzgados por ocultar el crímen
Por ocultar el crimen, el pasado 10 de agosto también fueron juzgados en el mismo tribunal de Hefei cuatro policías de Chongqing. En connivencia con Gu Kailai, manipularon el análisis forense para simular que Heywood había fallecido como consecuencia de una borrachera, cuando en realidad fue envenenado con cianuro por la acusada tras beber alcohol con ella en la habitación de su hotel.
El caso habría sido cerrado de esta manera de no ser por Wang Lijun, entonces jefe de la Policía de Chongqing. A pesar de ser la mano derecha de Bo Xilai, que dirigía la ciudad como secretario del Partido Comunista, y de haber lanzado juntos una contundente campaña contra la delincuencia y la corrupción, Wang Lijun tuvo que huir cuando su superior se enteró de que las pesquisas por el crimen apuntaban a su mujer como principal sospechosa. En un episodio surrealista, escapó a la cercana ciudad de Chengdu y se ocultó en el Consulado de Estados Unidos, donde permaneció una noche y tiró de la manta hasta que fue “rescatado” por un alto cargo del Ministerio de Seguridad Pública. A tenor del diario de Hong Kong “South China Morning Post”, Wang Lijun fue juzgado la semana pasada por traición, pero el régimen chino no ha confirmado su procesamiento.
Aunque el régimen quiere zanjar el mayor escándalo que ha sacudido a China en los últimos años, el fallo contra Gu Kailai deja, en realidad, más preguntas que respuestas. ¿Cuál fue el verdadero móvil del crimen? ¿Sabía Bo Xilai que su esposa había matado a su socio británico? ¿Qué oscuros negocios se traían entre manos? ¿Ordenó a la Policía ocultar el asesinato?
Destituido por corrupción
Bo Xilai, uno de los gerifaltes más carismáticos del monolítico régimen chino, fue destituido en marzo y está siendo investigado por “violaciones disciplinarias”, el eufemismo para referirse en China a la corrupción. Su caída en desgracia ha desatado una virulenta, pero soterrada, lucha de poder entre las distintas facciones del Partido Comunista a pocos meses de la renovación de su cúpula que tendrá lugar en el Congreso de otoño.
Movido por la ambición y apoyado por sus aliados, entre ellos el responsable de la Seguridad Nacional, Zhou Yongkang, y el expresidente Jiang Zemin, Bo Xilai se postulaba para ocupar uno de los nueves puestos del todopoderoso Comité Permanente del Politburó. Ahora, su descenso a los infiernos ha sido aprovechado por sus adversarios, como el primer ministro, Wen Jiabao, y el presidente Hu Jintao, para situar en una posición de fuerza a sus “herederos” cuando, el próximo año, dejen sus cargos tras una década en el poder.
Fuente: ABC.es
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